La palabra “felicidad” tiene sus raíces en el latín. Proviene de “felicitas”, que originalmente significaba “buena suerte” o “éxito”. En la antigua Roma, la felicidad estaba asociada con la prosperidad material y la fortuna. Con el tiempo, el concepto se amplió para incluir aspectos más emocionales y espirituales. La felicidad dejó de ser simplemente una cuestión de bienestar material y se convirtió en un estado interno de satisfacción y realización.
La felicidad se ha definido de diversas formas. Desde una perspectiva psicológica, puede considerarse como un estado de búsqueda o como la realización de deseos. Los deseos que nos hacen felices varían de persona a persona. Algunos valoran las relaciones y la seguridad económica, mientras que otros encuentran felicidad en experiencias, logros personales o pertenencia a un grupo.
Si comparamos nuestra comprensión actual de la felicidad con la de nuestros abuelos o ancestros medievales, notaremos una diferencia significativa. A lo largo de la historia, la felicidad ha adoptado distintos significados y prioridades. Hace 400,000 años, nuestros antepasados ya buscaban la dicha como un mecanismo evolutivo. Sin embargo, la indeterminación del concepto persiste: todos deseamos ser felices, pero no podemos definirlo de manera definitiva y firme.
En la actualidad, la felicidad es un anhelo universal, un faro que guía a la humanidad en su búsqueda de bienestar y plenitud. Desde 2013, las Naciones Unidas han conmemorado el Día Internacional de la Felicidad para reconocer la importancia de este estado emocional en la vida de las personas en todo el mundo, suplicándolo a tres aspectos fundamentales:
- Erradicar la pobreza
La pobreza es un obstáculo fundamental para la felicidad. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU se centran en poner fin a la pobreza extrema en todas sus formas. Esto implica no solo proporcionar recursos básicos como alimentos, vivienda y atención médica, sino también abordar las desigualdades estructurales que perpetúan la pobreza.
- Reducir la desigualdad en el mundo
La desigualdad socava la felicidad y la cohesión social. Los ODS buscan reducir al mínimo las disparidades entre diferentes grupos de población. Esto incluye la igualdad de género, la equidad en la distribución de ingresos y oportunidades, y el acceso a servicios básicos para todos.
- Cuidar y proteger al planeta
La felicidad individual está intrínsecamente ligada a la salud de nuestro planeta. Los ODS promueven la sostenibilidad ambiental, la conservación de los ecosistemas y la mitigación del cambio climático. Al proteger nuestro entorno natural, aseguramos un futuro más feliz para las generaciones venideras.
En resumen, la felicidad no es un destino aislado; es un viaje compartido. Al trabajar juntos para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, creamos un mundo más justo, saludable y feliz para todos. No dejemos a nadie atrás en esta búsqueda común de la felicidad
¡Celebremos el Día Internacional de la Felicidad con solidaridad y esperanza!
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